domingo, 23 de julio de 2017

XXV

a veces, cuando no son completamente descabellados, mis sueños pueden llegar a parecerme premoniciones bastante fidedignas, especialmente cuando versan acerca de calamidades que me esperan en un futuro próximo.
esta noche me ha vuelto a ocurrir. lo cierto es que llevo una temporada bastante tumultuosa donde una angustia fina pero extremadamente penetrante me ha ido calando fuerte hasta aposentarse en las profundidades de mi alma. a día de hoy eso ya no me parece ni problemático ni terrible, pues el tiempo ha cumplido diligentemente su cometido y ha tornado esa angustia en costumbre. sin embargo, todavía me asaltan, a veces, arrebatos espontáneos en los que debo poner mi empeño y dedicación silenciosos para que no me venza la profunda desesperación.
he pensado mucho sobre cuales pueden ser las causas y motivos que me arrastran y me acercan estas acometidas que violentan mis sentimientos. es en esos momentos en los que aquello de que "el mundo es en su esencia dolor" cobra un sentido más verdadero y puro. peor por muy intensos y extremos que puedan llegar a ser esos sentimientos, no puedo encontrarle ninguna explicación objetiva a esto que me ocurre; y no es que pretenda explicar o entender porqué no soy feliz o porqué no sé si mi pasión es pura e intensa o inexistente y fantasiosa. solo soy capaz de entregarme unas cuantas deducciones subjetivas que parecen más una suerte de consuelo que una explicación satisfactoria y lógica.
es aquí dónde habito a día de hoy, incómodo y angustiado, varado en una orilla y oliendo el hedor de mi propio dolor. por ese motivo encuentro de capital importancia esos sueños en los que, al despertar, me siento oráculo de mi propia desdicha, puesto que por mucho que me duela, son como una especie de marea que sube y me permite desencallar para ir en búsqueda de nuevas costas.